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Necrológicas de El Borrao: “No hay que medirse con Dios”

Encarnación López Segura nació el 3 de marzo de 1971 en nuestro amado pueblo de El Borrao y ha fallecido el 15 de agosto de 2020. Fue médico en la Seguridad Social y desarrolló interesantes investigaciones sobre los recuerdos en la sangre

 

“No hay que medirse con Dios” fue el mensaje que Encarnación envió a su hermana el 2 de agosto de este año, al encontrar el cadáver de su marido, Joan Martínez Ruíz, en el laboratorio en el que ambos estaban desarrollando un estudio que demostraba que los recuerdos no sólo se almacenan en la corteza pre-frontal, sino en la sangre.


La madrugada del 3 de marzo de 1971, en la calle de la Vergüenza, nacía Encarnación en el seno de una familia noble venida a menos. Los antiguos marqueses del Monte Chico eran sus padres que, a raíz de la Revolución de los Cencerros de 1969, habían perdido sus títulos y propiedades, pasando a llamarse Julián de Lis López y Mª Carmen de Lis Segura. Es de conocimiento general que el apellido “de Lis” se le fue impuesto como castigo a las familias enemigas de la revolución.


Para evitar una infancia llena de vergüenza y deshonra, sus padres enviaron a Encarnación a criarse en Estados Unidos junto a su tío abuelo Anthony, del que no conocemos más datos que su nombre y su posible ascendencia gitana.


A los 24 años, Encarnación volvía a El Borrao con una ya brillante carrera como hematóloga a sus espaldas y un objetivo: Demostrar que podemos compartir nuestros recuerdos a través de la sangre. Los que la conocieron en vida la describen como una mujer vital y de buena voluntad que jamás permitió que las críticas o las malas lenguas minaran su entusiasmo y determinación. Algunos, envidiosos de sus progresos, la tachaban de loca y aseguraban que la verdadera intención de sus estudios era la búsqueda de la inmortalidad a través de la propagación de un virus que ella misma comparaba con el vampirismo.


Varios fueron los vecinos que se prestaron a formar parte de sus ensayos clínicos y, la mayoría de ellos afirmaban que, al recibir transfusiones de la propia sangre de Encarnación experimentaban algo muy similar a una ensoñación que bien podría ser un recuerdo.


Tras el fallecimiento de su marido en extrañas condiciones, Encarnación (de Lis) López (de Lis) Segura se quitaba la vida derramando hasta la última gota de su sangre sobre la tumba de su difunto.


Una romántica y terrible historia que impedirá que olvidemos que “No hay que medirse con Dios”.


Buen viaje y buena suerte, querida Encarnación.


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